domingo, 8 de mayo de 2011

La ventana del bar

Pablo Galante (Montevideo, 1970) es un más que atendible poeta uruguayo, es decir, un tipo al que el promedio de los uruguayos le presta menos atención de la que merecería.
"La ventana del bar" es un libro suyo de 2005, en el que usa el lenguaje para comunicar al lector los resultados del primer ejercicio que hace el poeta antes de escribir: ver, como indica Elías Uriarte en la contratapa.

¿Qué ve este poeta? Lo que en la mirada habitual la mayoría de nosotros no vemos: el heroísmo de un escarabajo que avanza entre golfistas, el milagro del tiempo, que se etira o se acorta, se acelera o se enlentece y, en algunas circunstancias, puede hacer ambas cosas a la vez, y otros hechos que acaecen sin que las atendamos en "esta tierra olvidada de sí misma". Y en el último texto lo ve a Dios, que "...vigila cada letra/ que sin querer lo nombra".

Galante es un poeta que se atreve, en esta época light y descafeinada, a llorar por un divorcio (a llorar con pudor, pero llorar) y a constatar con horror asordinado que en esta época todo está marcado con su código de barras. Y que se atreve, valiente para con su oficio, en esta época en que tiene buen predicamento crítico mucho brilante e insulso malabarismo verbal, a escribir que "el compromiso del poeta/ es comprender la belleza/ y buscarla a través de su propia verdad". Un poeta que tiene su clara concepción del "puesto del poeta en el cosmos" (con perdón de Max Scheler por la paráfrasis) y a ocuparlo se atiene, lúcido y coherente.

martes, 19 de abril de 2011

ESO

Eso
1
Hay el aire
la luz
una rama que tiembla
un ruido entre trino y chillido
¿quién dudará del pájaro
que no sea un imbécil?
2
No lo ves pero hay el aire
– ¿o no estás respirando, animal? –
hay las ramas quietas
en el callado entorno de la amanecida
de invierno
y aún así
no es necesario indicio alguno
para saber que el pájaro
anda por ahí.
3
Hay una fugaz
entrevisión de no entiendo bien qué
de no entiendo bien pero
comprendo a la perfección.
Quedo como trascendido
y aunque no haya entonces
la suprema luz
ni la perfecta música de las esferas
ni el Altísimo hablando con voz indudable
ya para luego de eso
el tiempo y la muerte pasan
a ser negocios menos que secundarios
de los que me ocupo como quien jugara.
4
¿Carnal o metafísico?
¡Carnal y metafísico!
– ¡Meta físico, hermano, meta físico!
Que si goza su cuerpo Dios se goza:
es pecado no darle gusto al cuerpo
y así es que se nos pone enferma el alma.
5
Anda mi cuerpo entero
pensando en lo que importa
y si la lógica lo contradice
peor para la lógica.
6
Eso
de la vida humana
es el intento
más o menos vano
de no morirse demasiado aprisa
de no vivirse demasiado muerto
de ser feliz de a ratos por lo menos
y de irte luego a que te tranquilicen
en el inmerecido paraíso
de tus muchas angustias
acerca de todo.
¡Quiera Dios que me salga
no demasiado mal
esto
de la mi vida humana!
7
Puesto que el alma cabe en un dedal
y en un barril al mismo tiempo y en
el universo entero y en un punto
– en un punto, que es algo imaginario –
pues el alma carece de tamaño…
esa que me trató de desalmado
cuando hube yo perdido el interés
por su cuerpo y por eso
que venía en el lote junto al cuerpo
y a la tal dama parecíale
lo más valioso y lo más
injustamente herido en el negocio
que estaba terminándose
esa que me trató de desalmado
¿aludía a pecado
venial o capital en mi persona?
8
Creo haberla querido con todo el cuerpo
que era bastante más joven que este que padezco ahora
pero no mucho más deslumbrante
y con algo más que el cuerpo
por lo menos de a ratos.
Yo
por aquellos días
no era tan solo un poco más joven y más tonto:
era bastante más vil
de lo que soy todavía.
Tanto que ni notaba la presencia
del pájaro matutino.
9
Lo restante es volar y volaré
cuando llame el Altísimo.
Juan de Marsilio

martes, 19 de mayo de 2009

Dios no es el Arzobispo

Hay cosas
que jamás haría:
nunca presionaría para que abortase
a una hija / hermana /esposa / abuela /amante
y no puedo encontrar
razón que me convenza de votar
por que se legalice
la muerte de los niños por nacer.

Pero eso sí, tampoco me convencen
de votar a los que
preconizan el lujo de los menos
pagado con el hambre de los más
y llaman a su infamia cristianismo
y también libertad.

Me toca decidir. He decidido
con toda lucidez
hacia el costado de mi corazón.
De Dios abajo nadie tiene, nadie,
autoridad para juzgarme y vea
el Señor Arzobispo lo que él vota,
que de lo mío ya me ocupo yo.

Juan de Marsilio

viernes, 8 de mayo de 2009

Aquí donde me cantan al oído Jeckyll & Hyde

Aquí donde me cuenta sus monsergas
sobre un futuro rosa ya inminente
quien no hace lo bastante
para que uno le pueda suponer
un algo de decencia, un poco de
concepto de la altura
de las circunstancias,
o sea,
aquí.

Aquí donde proponen
matar con chupetines de arsénico o cianuro
a los delincuentillos de seis años o siete
- pero eso sí: dejándolos votar -
o sea,
aquí.

Aquí
y además ahora,
cuando me cuentan que palmó el futuro
y al pasado le podan las raíces
- no sea que retoñe -
me proponen opciones para imbéciles:
y sin embargo debo optar, aquí.

Por entre el viento suenan
las viejas voces
de los que se atrevieron
a defender mil veces
lo malo contra lo peor
para que se pudiese
seguir soñando entre la tanta mierda.

Así pues,
serenos, valientes, alegres y osados
bajamos al combate
y a veces nuestros jefes se miran al espejo
para encontrar un poco de esa vergüenza que
los hace, por un rato, ser un poco mejores.
Juan de Marsilio